(Ilustración de Leire Llano)
Las ciencias formales tienen mucho que ver con el resto de disciplinas, como pueden ser las humanidades, las artes o las ciencias sociales. Y sobre esto tiene mucho que decir la pobreza energética, un concepto que seguramente hayas escuchado en los últimos tiempos.
En la actualidad, el uso de la energía genera tremendas desigualdades. De hecho, cada día hay más personas en el estado español que sufren pobreza energética, no alcanzan a pagar sus facturas energéticas, y en muchos casos tienen que elegir entre comer y encender la calefacción o la luz.
El acceso básico a una cantidad de energía para alcanzar condiciones de vida digna es un derecho reconocido por la Constitución Española y recogido en los pactos internacionales; el artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos, Económicos, Sociales y Culturales, dice que a todas las personas se les debe respetar, proteger y garantizar un nivel de vida adecuado, el cual incluye los derechos a la alimentación, agua, vivienda y a una mejora continua de la calidad de vida. En la práctica, la energía es un bien mercantilizado que controlan unas pocas empresas que defienden su beneficio económico por encima de los derechos de las personas a una vida digna. Los gobiernos deben proteger y garantizar el acceso a la energía para que todas las personas puedan vivir en condiciones dignas.
Sobre esta cuestión y otras muchas en las que podemos observar la relación intrínseca entre ciencia y arte, humanidades o sociedad, hablamos en las fichas didácticas para educación formal “La ciencia que se esconde en los saberes de las mujeres”.